- ¡¡¡“Mi papá es una silla”!!!
Dijo el niño en medio de la clase y todos lo miraron sin entender nada.
Los pequeños sabían que había padres vendedores, bomberos y hasta equilibristas, pero papas que fuesen sillas… no eso, nunca.
La maestra preguntó al niño el por qué tal afirmación.
- Porque con él me siento cómodo.
- Pero eso no lo convierte en una silla- respondió confundida la maestra.
El niño prosiguió:
- Porque puedo descansar en él y porque si no alcanzo algo que quiero, él me ayuda y así sí puedo. Porque él es firme, fuerte y se que con él, nunca me voy a caer.
Sonó el timbre del recreo.
Todos los niños salieron a jugar pensando que un papá se parece mucho a una silla: cómoda, fuerte y firme.
Fin
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